jueves, 1 de septiembre de 2011

Umayux Mario


Hace  miles de años, vivía en la selva peruana una tribu de monos muy distinguidos por  su sabiduría, bondad y gracia al caminar.
Era tradición que todas las tardes, antes de que el sol se oculte, se sentasen en las  ramas de los árboles, alrededor del habitante más viejo de la  tribu. Taita Maqui, como  cariñosamente  lo llamaban, empezaba a contar leyendas e  historias de sus antepasados.
Una tarde, como las  muchas, decidió contar la mejor de sus historias…“El origen de la  raza  humana”. Con un trozo de plátano entre las manos, empezó a narrar lo que  sus  antepasados le habían transmitido de generación en generación.
- Cuenta la historia que cuando la tierra empezó a poblarse de animales y plantas, muchas millas arriba existía el paraíso terrenal. Un lugar hermoso donde crecían árboles frutales, flores dulces, y bellos insectos,  ríos y cochas inagotables de aguas cristalinas  nuestro  creador  puso allí a nuestra raza para que viviésemos felices. Lo único que el les pidió fue que nunca comiesen el fruto del árbol de la evolución.
Nuestros antepasados vivieron felices por mucho tiempo hasta que un buen día tentados por la curiosidad  y desobediencia, comieron y comenzaron a  metamorfosear lentamente y al  cabo de pocos días ya tenían la forma humana, dieron origen, sin  querer, a una nueva raza…la raza humana.
¡Queeee! Fue el murmullo general, si, si repuso Taita Maqui, así como escuchan el   hombre antes de ser hombre era tal cual nosotros.
Marito el más curioso de los monitos de la tribu, al escuchar la historia quedó muy asombrado, no podía comprender como un fruto pudo haber cambiado todo.
Al día siguiente, muy ilusionado partió en busca del árbol de la evolución… Muy temprano antes que el sol saliese empezó a caminar cuesta arriba atravesó ríos, cochas y pantanos siguió y siguió hasta que le cayo la noche.
Muy  cansado busco un lugar donde dormir, al instante cayó profundamente dormido. Después de cinco días de intensa caminata, a lo lejos divisó un brillo en lo alto de la colina y pensó, “Este debe  de ser”. Avanzó rápidamente, quería coger y probar del  fruto pero se quedó sentado frente a él tratando de resolver su dilema, buscando alguna  respuesta ¿Por qué sus antepasados quisieron ser hombres?.
Los días  siguientes fueron  hermosos, comía de las más exquisitas  frutas y el resto del tiempo descansaba sintiendo el aire puro, el agua y el sol. Una tarde paseando por allí vio a aquellos seres en los que deseaba convertirse. Con curiosidad y precaución los siguió, y los observó.
¡Grande fue su asombro y tristeza! Cuando vio como los hombres cazaban animales y se los comían, les quitaban sus pieles para usarlo como vestido, derribaban árboles dejando los bosques vacíos y a miles de animales sin hogar, el aire que se respiraba poco a  poco dejaba de ser puro. Enturbiaban las aguas de los ríos buscando oro.
Los peces le contaron que la suciedad hacía que ellos busquen otras aguas,  que cada vez eran más escasas, la vegetación ya no conservaba su mismo verdor, había tomado otras tonalidades no tan hermosas y los frutos no sabían igual.
Pero lo más triste fue ver como entre ellos existía miedo, discusiones, mentiras y muertes…Marito quedo horrorizado!
Decidió que jamás dejaría de ser mono. Ellos no se pelaban, no se mataban, cuidaban lo  que el padre creador les regalo, ellos entendían que la naturaleza era su hogar.
Al amanecer cargo sobre su cuerpecillo algunos frutos deliciosos  regreso a casa, donde, fue muy bien recibido. Aquella noche bajo una luna hermosa, y en los mismos  árboles de  siempre Taita Maqui le cedió la palabra y fue él quien contó su historia  y el porque no quiso comer del fruto de la evolución… 
 “El hombre es el único ser  que  se destruye y que destruye a los que ama y lo que le da vida  matándose a si mismo”… Concluyó Marito, en medio de un silencio profundo e ininterrumpido.
El tiempo pasó y Marito fue nombrado por la aldea sucesor de Taita Maqui pues los años lo volvieron cada vez más sabio y prudente.
Marito gobernó con sabiduría, justicia  y bondad por miles años asegurando así  el respeto de la madre naturaleza.


No hay comentarios:

Publicar un comentario